Hermanos y hermanas, escuchen con profundo escrutinio a la voz del Señor que nos llama a una vida de pureza. El cielo no es un destino remoto, sino un estado de unidad con el divino que se alcanza mediante la lucha. Tenemos caminar con determinación por el camino del bien, dejando atrás las tentaciones de la oscuridad para alcanzar la luz eterna